La deportividad en el running es un valor que va mucho más allá de la línea de meta o el tiempo registrado en el cronómetro. En las carreras populares, donde cada atleta aporta su esfuerzo y sus ilusiones, se está haciendo cada vez más visible un fenómeno preocupante: algunos corredores celebran sus logros de forma desmesurada o restan mérito al resultado de sus compañeros. Esta conducta no solo afecta al ambiente de la carrera, sino que también desvirtúa el verdadero espíritu del deporte. En este artículo, exploraremos la importancia de la deportividad al celebrar una victoria, y cómo actuar si eres tú quien se enfrenta a esos “desprecios” por parte de otros corredores.
Una carrera es mucho más que competir contra otros; es, sobre todo, un reto personal. Los corredores populares, lejos de tener la obligación de ser profesionales, se unen por la pasión y el esfuerzo compartido, cada uno en busca de sus propias metas. Sin embargo, al cruzar la meta, es importante recordar que nuestra celebración no debe nunca minimizar los logros de otros corredores. Cuando alguien entra a meta con gestos altivos o palabras que desmeritan los tiempos de los demás, se está rompiendo una regla no escrita del running: la celebración debe estar en equilibrio con el respeto.
Aquí, más que en cualquier otro ámbito, la victoria compartida es una de las mayores muestras de respeto. Un corredor que cruza la meta y felicita a quienes le acompañaron, incluso a los que llegaron después, da muestra de verdadera grandeza. Celebrar no tiene que ver con ser ruidoso o exhibicionista; tiene que ver con apreciar el esfuerzo personal sin desmerecer el de los demás. Recordemos que cada corredor se ha enfrentado a sus propios desafíos y ha recorrido un camino distinto para llegar hasta allí.
La línea entre una celebración sana y una conducta irrespetuosa puede ser sutil. Celebrar un logro personal está en el ADN del deportista, pero no debe ser a expensas de los demás. Gritar, levantar los brazos y mostrar la emoción es natural, pero el problema surge cuando la celebración se convierte en un acto de arrogancia.
La deportividad también se manifiesta en la empatía: entender que, aunque para algunos esa carrera haya sido una jornada excepcional, otros pueden estar luchando con lesiones, falta de motivación o sus propias metas frustradas. Una celebración mesurada y respetuosa no le resta brillo a la alegría de la victoria, sino que, al contrario, le da aún más valor. Como dijo el legendario corredor Steve Prefontaine: “Para dar algo menos que lo mejor es sacrificar el don”. Parte de dar lo mejor es también reconocer el esfuerzo de los demás.
Desafortunadamente, todos los corredores pueden enfrentar en algún momento la falta de deportividad de otros. Es desmotivante cuando, después de cruzar la meta, alguien minimiza nuestro logro, haciendo sentir que “no fue suficiente” o que “pudimos hacer más”. Estos comentarios pueden ser desalentadores, especialmente para corredores que están comenzando o que han enfrentado dificultades personales para estar en la línea de salida.
Si te encuentras en esta situación, lo más importante es recordar que la satisfacción de tu logro no depende de la opinión de los demás. Aquí tienes algunas recomendaciones para manejar este tipo de desprecios:
En cada carrera, no importa el nivel de exigencia, compartimos algo especial con quienes están al lado. Correr no es solo un acto de competencia; es un encuentro con nosotros mismos y con los demás. La deportividad implica no solo cruzar la línea de meta, sino también entender que cada logro, por pequeño o grande que parezca, es digno de respeto.
Como comunidad de corredores, cada uno tiene el poder de mantener este espíritu. Al recordar la importancia de celebrar con humildad, no solo honramos nuestro esfuerzo, sino también el de quienes nos acompañan. Así, juntos, hacemos del running y de las carreras populares Valencia, una experiencia rica en valores y en significado, y logramos que cada carrera sea un motivo de orgullo colectivo.
La deportividad en el running no es un añadido en el deporte; es el alma misma de toda disciplina atlética. El respeto al cruzar la meta, la humildad para celebrar un logro sin hacer menos a otros y la capacidad de enfrentar los desprecios con dignidad son actitudes que trascienden cualquier resultado. Al final del día, las mejores victorias son aquellas en las que, al recordar la carrera, no solo piensas en el tiempo o la posición alcanzada, sino en la experiencia compartida, el esfuerzo común y el respeto que siempre merecen tus compañeros de ruta.